EL ESPÍRITU DE LA VERDAD
Si existe un valor en crisis en nuestra era, este es la
verdad. Quizás muchos se preguntarán, ¿y qué es la verdad? como sucedió con
Pilato (cf. Jn 18,38), cuya ceguera era tan profunda que, aun teniendo a la Luz
del Mundo delante de él, su corazón rodeado de tinieblas prefirió ignorar la
verdadera Verdad, valga la redundancia, cuando la tenía frente a él. ¡Qué
lástima! ¿puede ser que nos haya sucedido a nosotros alguna vez algo parecido?
Sobre la verdad se habrán escrito
ríos de tinta y tecleado miles de caracteres, o ambas cosas. Pero, a menudo,
las cosas son más sencillas de lo que parecen. Dios es poderoso en su
sencillez. Cuando las cosas se complican debemos plantearnos si vamos por el
camino correcto y pedir luz al Señor. En su poderosa sencillez, Jesús dijo: “Yo
soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6). Cita bíblica muy conocida, de la
que podemos extraer esta evidente conclusión: Jesús es la Verdad. Ahora bien,
uno puede creerlo o no. Bienaventurados los que crean!!! (cf. Jn 20,29). Y
bienaventurados, si me permiten, aquellos que luchan por la Verdad en el Mundo,
donde los hijos del padre de la mentira (cf. Jn 8,44) asedian sin piedad a los
hijos de la Luz (cf. Jn 12,36). Y es que, estamos viviendo situaciones donde
muchos (yo diría demasiados) consideran la única Verdad de Jesucristo como un
engaño recurrente, del cual hay que protegerse, al cual hay que oponerse y sobre
el cual hay que ejercer duras
correcciones.
El sistema político y social
actual ha creado una verdad relativa y mutable capaz de manipular a la
población. Se trata de un adoctrinamiento calculado y progresivo. Muchos caen
en el engaño, incluso cristianos incautos, desprotegidos o mal formados. Esto
es así porque usan la primitiva táctica de diablo para engañar a los hijos de
Dios, que consiste en no presentar una tentación excesiva, ya que será rebatida
inmediatamente, sino en ir ofreciendo pequeñas tentaciones adornadas de
elocuentes argumentos que justifican, desde un punto de vista mundano, tales
actos. Existe cierta analogía al método utilizado por algunos comerciales que
se acercan a la puerta de nuestra casa para ofrecernos un producto adornado de
ventajas irrebatibles. Si alguien se atreve a rechazar el género rápidamente
nos tildan de tontos. Cincuenta años
atrás nadie se habría atrevido a sugerir temas como el aborto, la eutanasia,
cambio de sexo, etc… Hoy en día, después de un ejemplar trabajo realizado por los
poderes mundanos durante décadas, todo esto y mucho más, ha sido asimilado por
la sociedad como una nueva verdad. Esto se ha conseguido con pequeñas dosis de mentiras y grandes dosis de
ridiculización de oponentes a lo largo de los años. Aquellos que no comparten
este nuevo credo son tratados como tontos y, cada vez más, excluidos
socialmente, pudiendo llegar a ser perseguidos y martirizados.
Aún con todo esto, existe una
máxima irrefutable (sí, irrefutable se crea o no) que unos conocerán a tiempo y
otros descubrirán demasiado tarde: “La verdad os hará libres” (Jn 8,32).
¿Queremos ser libres o esclavos?. Jesús, la Verdad, nos libera; lo demás nos
esclaviza a algo o a alguien. ¡Así de sencillo! Independientemente de lo mucho
que nos haya engullido la falsa verdad, estamos a tiempo de reaccionar. Dios
nos dice: «No les tengas miedo, que contigo estoy para protegerte» (Jr 1,8).
«Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos. Y al ir creciendo
gradualmente la maldad, la caridad de muchos se enfriará. Pero el que persevere
hasta el fin se salvará» (Mt 24,11-13)
Demos gracias a Dios por haber
enviado su Espíritu a nuestros corazones. Aquel Primer Pentecostés no fue un acontecimiento
sólo del pasado. También lo es del presente y continuará sucediendo en el
futuro. Así como Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre (cf. He 13,8) en todo,
también lo será derramando su Espíritu. Él, la Verdad, envía su Espíritu (el Espíritu
de la Verdad) a todo aquel que desea recibirlo. Gloria a Dios!!!
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