INVITACION AL AMOR DE DIOS

 


El grupo de oración carismático, cuya propiedad no puede aplicarse a nadie más que a Dios, es uno de los lugares idóneos, si funciona correctamente, para experimentar el amor de Dios. No se atribuye a ninguna persona humana como fundadora de este movimiento. Es una gracia de Dios, por su Espíritu Santo. Aquí, quien preside y convoca no es una junta de gobierno sino Jesucristo. Por este motivo, el hecho de asistir no es casualidad;  es el Espíritu Santo quien te llama hasta aquí valiéndose de cualquier medio: una vecina, familiar, anuncio…  Se trata de una llamada a la puerta de tu corazón. Lo más importante, independientemente del estado en que te encuentres, es tener sed, necesitar algo más, no conformarse con lo vivido hasta ahora:  «Al que tenga sed le daré a beber del manantial de agua de la vida sin que le cueste nada» (Ap 21,6).

Al asistir al grupo uno puede encontrarse eufórico y satisfecho porque, en esos momentos, las cosas le van bien. Pero, quizás, puedes sentirte frío y sin interés; Alguna persona “pesada” ha insistido tanto que sólo vienes para que calle. También es posible que tu vida esté rota, destrozada y sin salida. O tu motivo sea la impotencia ante alguna enfermedad, paro, droga, bebida, situación familiar, un hijo que te rompe el alma, una depresión, fracaso, soledad, adicciones, o un gran sin sentido de la vida.

Sea cual sea la situación y condición, ¡Dios tiene algo nuevo que decirte!. Nada queda fuera de su alcance. Él quiere hacerse presente ahí donde más te duele para sanar con su inmenso amor. Acercarse a Dios no significa recibir cargas pesadas y exigencias. La dulce sencillez de las cosas pequeñas es capaz de transformarnos desde dentro: Hacernos como niños expectantes, abiertos, curiosos; dedicar unos minutos al día para orar, acordarnos de nuestro Amor Dios, y serle fiel asistiendo al lugar donde nos ha traído cada semana.

Y todo esto, ¿por qué?. Porque «Dios es Amor» (1Jn 4,8) y te espera con los brazos abiertos. Se trata de un amor que no podemos comprar ni merecer empleando tiempo y energía en buenas obras, haciendo sacrificios, evitando pecados o cumpliendo leyes. El Yo no conquistará nunca el Amor de Dios. «En esto consiste el amor: no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados» (1Jn 4,10). Esta revelación da un vuelco a nuestra manera de entender las cosas. Es Él quien inicia la relación. Es Él quien se preocupa, quien nos busca, en definitiva: Dios te ama tanto, tanto, tanto, que en el Evangelio de Juan nos dice: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Jn 3,16).

Te ama tal cual eres, tal como estás en este momento, aunque te sientas indiferente o enemigo. La excusa de llamarse indigno no vale con Dios. Pues te busca en tu pobreza, en tu necesidad, en tu frialdad, en tu pecado. Dios no se complace en el sufrimiento ni en la muerte, sino que nos llama y nos busca para apartarnos de los caminos equivocados y darnos vida (cf. Ez 33,10). Déjale pasar, ábrele la puerta de tu corazón, desea su amor y sentirás como esta gracia de Dios te da vida, te renueva y te introduce en un mundo nuevo de alegría, gozo y paz.

Su amor es tan grande que nos ha regalado una Revelación, siendo toda ella una carta de amor. Cada palabra, incluso cada letra, es una manifestación de este amor tan loco y sin medida. Todo un Dios, santo y perfecto ha querido molestarse en comunicarse con nosotros, pecadores y traidores, por escrito. No somos conscientes de tanta grandeza, indignamente recibida. Pero más allá de cada letra llena de amor, encontramos mensajes explícitos, porque el Señor desea despertarte y liberarte de cualquier cegueras y bloqueo espiritual mediante fragmentos claros sobre su amor. Algunos maravillosos fragmentos, dignos de meditación nos hablan al corazón:

-          «los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará y mi alianza de paz no se moverá - dice Yahveh, que tiene compasión de ti» (Is 54,10)

-          «Buscad a Yahveh mientras se deja encontrar, llamadle mientras está cercano. Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Yahveh, que tendrá compasión de él, a nuestro Dios, que será grande en perdonar» (Is 55,6-7)

-          «No porque seáis el más numeroso de todos los pueblos se ha prendado Yahveh de vosotros y os ha elegido, pues sois el menos numeroso de todos los pueblos; sino por el amor que os tiene» (Dt 7,7-8)

-          «el amor de Yahveh no se ha acabado, ni se ha agotado su ternura; cada mañana se renuevan: ¡grande es tu lealtad! ¡Mi porción es Yahveh, dice mi alma, por eso en él espero! .Bueno es Yahveh para el que en él espera, para el alma que le busca» (Dt 3,22-25)

-          «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!. El mundo no nos conoce porque no le conoció a él» (Jn 3,1)

-          «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.» Rm 5,5-8)

-          «Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros?.El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?. ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros?. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.» (Rm 8,31-39)

No podemos pasar por la vida sin enterarnos de algo tan importante como esto. Dios te ama tal como eres, sin importar lo que haya hecho. Aunque a veces nos sentimos solos y parece que vamos por la vida sin rumbo y sin tener cerca a nadie que pueda ayudarnos, Dios siempre está cerca de los que le invocan (cf. Rm 10,12-13) para ayudar y salvar. Cuando el Señor te lleva a un grupo de oración no es en vano. Tiene un plan para ti. Y este empieza por darte su cariño, su amor incondicional, su amistad, todo Él se entrega sin medida para conquistarte. Te quiere de una manera muy especial, como si únicamente existieras tú en el mundo. Déjate hacer, se dócil, olvídate de los prejuicios, de lo que te pueda condicionar, acoge como un niño y Él hará...

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